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El objetivo principal de un sistema de tamizado es eliminar las partículas y los sólidos más grandes que podrían bloquear o dañar los procesos posteriores. Además, las partes no disueltas se eliminan preferentemente en la fase inicial para evitar la amplificación innecesaria de la eliminación de contaminantes disueltos más difíciles. Los sistemas de tamizado suelen alimentarse de un pozo de bombeo del afluente y la capacidad de la bomba puede determinar posteriormente el caudal de entrada del filtro.
Los tamices pueden producir su contaminante específico en una forma muy concentrada y pura. Esto puede suponer la ventaja de recuperar materia sólida valiosa antes de que entre en el tratamiento del efluente (por ejemplo, cáscaras de verduras que pueden venderse como alimento para animales) La mayoría de las soluciones crearán un tiempo de retención para el drenaje de los cribados, lo que se traduce en un tamizado más seco que da lugar a menos lodos y más secos. Los lodos pueden descargarse en un contenedor a través de una rampa.
La malla, que oscila entre 0,5 y 3 mm, suele estar formada por un alambre de forma triangular que es muy difícil de bloquear. La capacidad máxima del filtro depende de la carga de contaminación y de la anchura de la malla. La limpieza adicional puede realizarse mediante dispositivos de pulverización (a alta presión) con agua caliente o fría, vibración del tamiz, rascadores/cepillos o un sistema de retrolavado. Las soluciones de tamizado pueden aplicarse a los efluentes de las fábricas, a las instalaciones de lavado de camiones, a las aguas sociales, a las instalaciones CIP o al tratamiento de las aguas de patio.